30 de septiembre de 2009

El recuerdo rebelde

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Yo que vivo en el baúl de tus recuerdos, guardando polvo entre todos ellos, bien al fondo me colocaste para que no pudiera tentarte, encima tengo algunos cuantos traumas, tu primer beso y la primera vez que te calaste entero por la lluvia y tu madre sacó dos pozales llenos escurriendo tu ropa. Me paso tu vida viéndolos, los conozco tan bien, que a veces cuando tú los recobras al alma, yo intervengo y me cuelo como reflejo de alguna de las gotas de esa lluvia, o te susurro mi nombre y que no te asustes...tú, tú, entonces me alejas, me alejas...todavía más...

Cuando terminaste conmigo te dio lástima tirarme, yo te rogaba silenciosa que no me abandonaras, y ambos sabíamos que podríamos sobrevivir sin nuestros cuerpos, pero no sin nuestra alma...

Así que aunque estoy oculta y amordazada, a veces vienes y de vez en cuando abres el baúl, temeroso, y todo se inunda de luz y vienes a mirarme, con los ojos muy abiertos; te da miedo normalmente tocarme, me ves en tan mal estado, sabes que mi recuerdo está enfermo, incluso piensas que pueda estar muerto, por eso, por eso no me tocas... Y si me tocas, y si me abrazas, adviertes mis heridas, las besas, las lames, las curas, las rellenas, intentas regresar al pasado y traerme de nuevo la piel que he perdido. Me regalas incluso nuevas galas y detalles, revivo yo y al revivir y sanarme, al hacer del pasado tu presente, al ver tan cerca lo inalcanzable, tú lloras, gimes, y vuelves a oscurecerme a cerrar en candado mi celda.

Pero la mayoría de las veces, solo me miras, me miras desde la lejanía, y piensas ¿habrá muerto de inanición? ¿de asfixia? y temes tanto mi fallecimiento, te horroriza tanto, que huyes, gritas, y coges mi baúl y lo entierras. Si yo muriera, sabes que si yo muero, en lugar de mi recuerdo, tendrás el recuerdo de la muerte.

Pero no muero, porque aún me visitas, mi amado secuestrador, aquí en ésta está tan fría y seca cárcel improvisada de tu pensamiento que evita que me filtre al corazón, está tan lejana de tu corazón... mas en el silencio cuando duermes y yo ando por la celda de tu cabeza oigo cómo ruge tu corazón, y a veces cuando tú no te das cuenta, yo escapo hacia él... logro escabullirme y tomo fuerzas para golpear los muros y correr hacia él...

Es cuando tu corazón me recibe, me bendice, me ama mientras tú dormitas, cuando los guardianes de tu razón ya no pueden vigilarme, ni detenerme, tu corazón grita que me extraña hasta que sale el Sol, así resucito alguna noche, no todas, pero no importa; un solo latido nocturno de tu corazón amante, un par de besos y bailes me vale el sufrimiento del látigo del olvido.

1 Comentarios:

  • 1 de octubre de 2009, 21:11
    Verso says:

    1º: me encanta
    2º:¿alguien se ha dado cuenta de que es la entrada nº100?

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