21 de junio de 2010

Sueños

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La vida está basada en sueños, ilusiones que deseamos conseguir.
Todo el mundo tiene un sueño, una meta, un objetivo en la vida.
Los hay muy difíciles de conseguir, casi imposibles, y los hay muy sencillos.
Creo que la máxima felicidad se alcanza cuando obtienes la recompensa por algo por lo que llevas luchando muchísimo tiempo, quizás una vida entera.

El ver este película (Memorias de una Geisha)me ha hecho reflexionar sobre este tema, los sueños, si algo se persigue con fervor, se alcanza, aunque parezca imposible.
Hay que luchar por lo que queremos, aunque el camino sea duro, la recompensa obtenida eclipsará todo ese dolor por el que hemos pasado, y todo lo que hemos perdido en su lucha.

Yo tengo mi sueño, ¿Tienes tú el tuyo?


11 de junio de 2010

EL INODORO

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Hola a todos!
Tras mucho tiempo de ausencia me he decidido a publicar una historia interesante.
Como cultura general y natural que es,me he dispuesto a investigar sobre el inodoro, ya que aunque para hablar de ello haya que tratar temas escatológicos, todos sabemos que es una cosa meramente imprescindible.
Allá vamos pues, con la historia de este magnífico invento.
Investigando por algunas páginas de Internet, esto es lo que he podido encontrar, aquí va una pequeña síntesis:




Hace mas de 4.000 años los cretenses ya aplicaban en el palacio real de Cnossos una especie de inodoro. Constaba de una cisterna, tazal y canal de desagüe, pero el progreso de la redes fue lento. Solo hace dos siglos que las cloacas sirven a domicilio privados. Durante cuatro milenios los orinales eran volcados a la calle, previo aviso.


El artefacto ha recibido en el mundo todo tipo de denominaciones, a menudo extendidas al local en que se instala. Los campesinos ingleses siguieron llamándolo john, en homenaje al poeta inglés, John Harington que indudablemente fue su precursor.

Erasmo de Rotterdam, el erudito humanista del siglo XVI, que escribió uno de los primeros libros de etiqueta de la historia, nos aporta algunas de las primeras normas escritas de conducta para el “cuarto de baño” y las funciones corporales. Nos advierte que es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando”, y usa lo que se refiere a soltar ventosidades recomienda que se “disimule con una tos el estruendo explosivo... Sígase la ley de sustituir los pedos por toses”.

La historia del “cuarto de baño” tiene su comienzo en Escocia hace diez mil años. Aunque el hombre primitivo, consciente de la toxicidad de sus desechos, se instalaba cerca de alguna fuente natural de agua corriente

Aunque,con la aparición de los primeros núcleos de población, eliminar los excrementos empezó a convertirse en un verdadero problema — no sólo por la incomodidad, la falta de intimidad o el olor, sino también por el problema de contaminación del agua potable y la propagación de enfermedades infecciosas.

La primera so

lución a este problema, muy anterior a cualquier sistema de alcantarillado , fue la letrina: un agujero en el suelo, normalmente en el interior de una pequeña estructura para proporcionar intimidad. A menudo, el agujero conducía a una cámara más o menos grande. Cuando se había llenado, se cerraba y se abría otra en otro lado, y así una y otra vez. En algunos lugares, las letrinas eran colectivas; en otros, cada núcleo familiar tenía la suya.

En Oriente, la higiene era un imperativo religioso para los antiguos hindúes, y en una época tan lejana como 3000 a.C. muchas casas poseían ya instalaciones sanitarias privadas. En el valle del Indo, en Pakistán, los arqueólogos han descubierto baños públicos y privados provistos de cañerías de barro cocido incrustadas en obra de ladrillo, con grifos para controlar el agua.

Los baños primitivos más perfeccionados de la antigüedad fueron los de las familias reales minoicas en el palacio de Cnossos, en Creta. En el año 20000 a.C., la nobleza minoica disponía de bañeras que se llenaban y vaciaban mediante tuberías verticales de piedra con junturas cementadas. Con el tiempo, fueron sustituidas por tuberías de cerámica esmaltada que se unían entre sí de modo muy parecido a las actuales. Por estas tuberías circulaba agua caliente y fría, y sus conexiones arrastraban los desechos lejos del palacio real, el cual disponía también de un retrete con un depósito en

cima, lo que permite clasificarlo como el primer water con cisterna en la historia. El depósito estaba destinado a. recoger agua de lluvia o, en ausencia de ésta, a ser llenado manualmente con cubos de agua sacada de una cisterna cercana.


La tecnología del cuarto de baño evolucionó entre los antiguos egipcios. Hacia el año 1500 a.C., las casas de los aristócratas egipcios contaban con tuberías de cobre por las que fluía agua fría y caliente, y el baño corporal completo formaba parte de las ceremonias religiosas. Curiosamente, a los sacerdotes se les exigía tomar cuatro baños fríos completos al día. Los judíos otorgaron aún mayor importancia a los aspectos rituales del baño, pues según la ley mosaica la limpieza corporal equivalía a la pureza moral. Siguiendo las normas dictadas por David y Salomón, aproximadamente desde el año 1000 hasta el 930 a.C., se construyeron en toda Palestina complejas obras públicas para el su
ministro de agua.

En cualquier caso, puede que te sorprenda saber lo pronto que el problema se solucionó por parte de algunas culturas. Aunque los sistemas de cisternas y alcantarillado antiguos mejor conocidos son los romanos , ya existían cisternas y alcantarillado miles de años antes de los romanos: la cultura del Valle del Indo había solucionado ya el problema hacia el año 2.600 a.C. En las ciudades de Harappa, Dholavira y Mohenjo-daro (en el moderno Pakistán) existían servicios con agua corriente que eliminaba los excrementos a través de alcantarillas.


Mohenjodaro Sindh

La historia se repite de nuevo en el caso de Roma. Como probablemente sabes, los romanos eran muy aficionados a los baños públicos, y sus termas existen en muchos lugares de Europa. Lo mismo sucede con sus latrinas, que a pesar de llamarse así son mucho más parecidas a nuestros sistemas modernos que a una primitiva letrina (agua corriente bajo el asiento elimina los residuos). Lo curioso de las latrinas romanas es que, en muchos lugares, están agrupadas en habitaciones públicas, lo cual parece sugerir que la actividad era, en algunos casos, social, en vez de algo –como nos sucede ahora– de lo que avergonzarse y ocultar. Curioso, ¿verdad?

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“Latrinas” públicas romanas en Ostia Antica.

Pero con la caída del Imperio muchos de los avances en ingeniería romana se perdieron en gran medida: los europeos volverían a las primitivas letrinas, y el concepto del alcantarillado se perdería en el olvido durante siglos. El problema, además, se agravaría según avanzaba la Edad Media por el aumento de población. En los pueblos, las casas solían tener su letrina en una caseta cerca del edificio principal, pero ¿y en las ciudades? Solían hacer sus necesidades en recipientes de loza o metálicos, y luego echarlos por la ventana a la calle. Desgraciadamente, el “alcantarillado” era habitualmente un par de canalizaciones a los lados de la calle, por lo que, salvo que lloviera a menudo, el olor debía de ser nauseabundo, y la salubridad inexistente.

Llegamos ya al siglo XVI, cuando Sir John Harington desarrolla un sistema bastante parecido –salvo en un aspecto fundamental– a los actuales: un asiento con cisterna y que se vaciaba con el agua de ésta al accionar un mecanismo. Harington, que formaba parte de la corte de la Reina Isabel I de Inglaterra, ofreció su invento (que denominó “El Áyax”) a su soberana. Me pregunto cómo sería la conversación. Isabel (que era, además, la madrina de Harington) construyó uno en el Palacio de Richmond, aunque no lo usaba demasiado: al parecer, hacía demasiado ruido, no me preguntes cómo ni por qué.

El Áyax seguía teniendo un problema, aparte del ruido que pudiera hacer: salvo que se utilizase una cantidad enorme de agua, o que ésta estuviera corriendo continuamente, el reflujo de agua contaminada era casi inevitable, y el olor insoportable. Para poder disponer de sistemas así en las viviendas, era necesario desarrollar un mecanismo que hiciera imposible que el olor volviese a salir del “trono”.

La solución la dio Alexander Cummings, un relojero de Londres, en 1775 con su patente 814: el sifón. El sistema es simple pero eficaz, y consiste, como probablemente sabes, en una tubería en forma de S. Cuando el agua pasa por el sifón, la parte inferior de la S siempre queda con algo de agua, que actúa de cierre hermético del resto de la tubería (que conecta, tarde o temprano, con la alcantarilla). De este modo, los gases que pueda haber “al otro lado” no pueden salir, y es posible instalar todo el invento en la casa.

De ahí el nombre de inodoro: a partir de Cummings, el olor dejaría de ser un problema insoluble. Los otros nombres que utilizamos no tienen que ver con Cummings: excusado es de significado evidente, ahora que no somos como los romanos y necesitamos intimidad para realizar según qué actividades. El nombre de váter proviene del inglés water closet, “armario (o gabinete) del agua”, referido al hecho de que solía tratarse de una habitación pequeña en la que estaban no sólo el inodoro sino el baño y el lavabo, todo lo relacionado con el agua, y no –como piensan algunos– debido a que “encierra el agua” con el sifón. El nombre del artilugio proviene del de la habitación en ese aspecto.

Pasarían años hasta que el público en general pudiera disfrutar de los inodoros: al principio fueron instalados en lugares públicos, como el Palacio de Cristal de Hyde Park, en Londres. Los londinenses, impresionados, acudían a utilizar este prodigioso invento al palacio. Allí, funcionarios vestidos de blanco los recibían y cobraban el penique que costaba sentarse en uno. De hecho, en Londres se extendió la expresión “voy a gastar un penique” para referirse a lo que te estás imaginando.

Finalmente, en la década de 1880 Thomas Crapper empezó a fabricar inodoros baratos y de gran calidad, lo cual hizo que se extendieran por muchas casas. Su diseño era ya muy parecido al nuestro: una cisterna que se llena de agua y tiene un tapón; cuando se tira de la cadena o se acciona la palanca se destapa la cisterna, y el flotador cierra la entrada de agua cuando la cisterna se ha llenado de nuevo. Curiosamente, el significado literal de crapper es “cagador”, lo que ha hecho que mucha gente considere a este inglés como el inventor del inodoro (mentira), y a otros a pensar que tal persona no existió y que se trata de una broma (también mentira).

Como habreis podido observar, la historia de este artefacto es larga, incluso hoy en dia se sigue modernizando, llegando incluso a incorporar en ellos la más alta tecnología, o el más alto diseño, para culitos exigentes.


 

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