Hola a todos!
Tras mucho tiempo de ausencia me he decidido a publicar una historia interesante.
Como cultura general y natural que es,me he dispuesto a investigar sobre el inodoro, ya que aunque para hablar de ello haya que tratar temas escatológicos, todos sabemos que es una cosa meramente imprescindible.
Allá vamos pues, con la historia de este magnífico invento.
Investigando por algunas páginas de Internet, esto es lo que he podido encontrar, aquí va una pequeña síntesis:
H ace mas de 4.000 años los cretenses ya aplicaban en el palacio real  de Cnossos una especie de inodoro. Constaba de una cisterna, tazal y  canal de      desagüe, pero el progreso de la redes fue lento. Solo hace dos  siglos que      las cloacas sirven a domicilio privados. Durante cuatro milenios los       orinales eran volcados a la calle, previo aviso.
ace mas de 4.000 años los cretenses ya aplicaban en el palacio real  de Cnossos una especie de inodoro. Constaba de una cisterna, tazal y  canal de      desagüe, pero el progreso de la redes fue lento. Solo hace dos  siglos que      las cloacas sirven a domicilio privados. Durante cuatro milenios los       orinales eran volcados a la calle, previo aviso.                    
El artefacto  ha recibido en el mundo todo tipo de      denominaciones, a menudo extendidas al local en que se instala. Los      campesinos ingleses siguieron llamándolo john, en homenaje al poeta  inglés, John Harington que indudablemente fue su precursor.
Erasmo de Rotterdam, el erudito  humanista del      siglo XVI, que escribió uno de los primeros libros de etiqueta de la       historia, nos aporta algunas de las primeras normas escritas de  conducta      para el “cuarto de baño” y las funciones corporales. Nos advierte  que “es      descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando”, y  usa lo      que se refiere a soltar ventosidades recomienda que se “disimule con  una tos      el estruendo explosivo... Sígase la ley de sustituir los pedos por  toses”.
   
  La historia del “cuarto de baño” tiene su  comienzo  en Escocia hace diez mil años. Aunque el hombre primitivo, consciente de  la  toxicidad de sus desechos, se instalaba cerca de alguna fuente natural  de agua  corriente
Aunque,con la aparición de los primeros núcleos de población, eliminar los  excrementos empezó a convertirse en un verdadero problema — no sólo por  la incomodidad, la falta de intimidad o el olor, sino también por el  problema de contaminación del agua potable y la propagación de  enfermedades infecciosas.  La primera so
lución a este problema, muy anterior a cualquier sistema  de alcantarillado , fue la letrina: un agujero en el suelo,  normalmente en el interior de una pequeña estructura para proporcionar  intimidad. A menudo, el agujero conducía a una cámara más o menos  grande. Cuando se había llenado, se cerraba y se abría otra en otro  lado, y así una y otra vez. En algunos lugares, las letrinas eran  colectivas; en otros, cada núcleo familiar tenía la suya.
  
  En Oriente, la higiene era un imperativo  religioso  para los antiguos hindúes, y en una época tan lejana como 3000 a.C.  muchas casas  poseían ya instalaciones sanitarias privadas. En el valle del Indo, en  Pakistán,  los arqueólogos han descubierto baños públicos y privados provistos de  cañerías  de barro cocido incrustadas en obra de ladrillo, con grifos para  controlar el  agua.
   
  Los baños primitivos más perfeccionados de  la  antigüedad fueron los de las familias reales minoicas en el palacio de  Cnossos,  en Creta. En el año 20000 a.C., la nobleza minoica disponía de bañeras  que se  llenaban y vaciaban mediante tuberías verticales de piedra con junturas  cementadas. Con el tiempo, fueron sustituidas por tuberías de cerámica  esmaltada  que se unían entre sí de modo muy parecido a las actuales. Por estas  tuberías  circulaba agua caliente y fría, y sus conexiones arrastraban los  desechos lejos  del palacio real, el cual disponía también de un retrete con un depósito  en
 cima,  lo que permite clasificarlo como el primer water con cisterna en la  historia. El  depósito estaba destinado a. recoger agua de lluvia o, en ausencia de  ésta, a  ser llenado manualmente con cubos de agua sacada de una cisterna  cercana.
La  tecnología del cuarto de baño evolucionó entre los antiguos egipcios.  Hacia el  año 1500 a.C., las casas de los aristócratas egipcios contaban con  tuberías de  cobre por las que fluía agua fría y caliente, y el baño corporal  completo  formaba parte de las ceremonias religiosas. Curiosamente, a los  sacerdotes se  les exigía tomar cuatro baños fríos completos al día. Los judíos  otorgaron aún  mayor importancia a los aspectos rituales del baño, pues según la ley  mosaica la  limpieza corporal equivalía a la pureza moral. Siguiendo las normas  dictadas por  David y Salomón, aproximadamente desde el año 1000 hasta el 930 a.C., se   construyeron en toda Palestina complejas obras públicas para el  su ministro de  agua.En cualquier caso, puede que te sorprenda saber lo pronto que el  problema se solucionó por parte de algunas culturas. Aunque los sistemas  de cisternas y alcantarillado antiguos mejor conocidos son los romanos , ya existían cisternas y  alcantarillado miles de años antes de los romanos: la cultura del Valle del Indo  había  solucionado ya el problema hacia el año 2.600 a.C. En las  ciudades de Harappa, Dholavira y Mohenjo-daro (en el moderno Pakistán)  existían servicios con agua corriente que eliminaba los excrementos a  través de alcantarillas.
   
 
La historia se repite de nuevo en el caso de Roma. Como probablemente  sabes, los romanos eran muy aficionados a los baños públicos, y sus  termas existen en muchos lugares de Europa. Lo mismo sucede con sus latrinas,  que a pesar de llamarse así son mucho más parecidas a nuestros sistemas  modernos que a una primitiva letrina (agua corriente bajo el asiento  elimina los residuos). Lo curioso de las latrinas romanas es  que, en muchos lugares, están agrupadas en habitaciones públicas, lo  cual parece sugerir que la actividad era, en algunos casos, social, en  vez de algo –como nos sucede ahora– de lo que avergonzarse y ocultar.  Curioso, ¿verdad?
  
“Latrinas” públicas romanas en Ostia Antica.
  Pero con la caída del Imperio muchos de los avances en ingeniería  romana se perdieron en gran medida: los europeos volverían a las  primitivas letrinas, y el concepto del alcantarillado se perdería en el  olvido durante siglos. El problema, además, se agravaría según avanzaba  la Edad Media por el aumento de población. En los pueblos, las casas  solían tener su letrina en una caseta cerca del edificio principal, pero  ¿y en las ciudades? Solían hacer sus necesidades en recipientes de loza  o metálicos, y luego echarlos por la ventana a la calle.  Desgraciadamente, el “alcantarillado” era habitualmente un par de  canalizaciones a los lados de la calle, por lo que, salvo que lloviera a  menudo, el olor debía de ser nauseabundo, y la salubridad inexistente.
  Llegamos ya al siglo XVI, cuando Sir John Harington desarrolla un  sistema bastante parecido –salvo en un aspecto fundamental– a los  actuales: un asiento con cisterna y que se vaciaba con el agua  de ésta al accionar un mecanismo. Harington, que formaba parte  de la corte de la Reina Isabel I de Inglaterra, ofreció su invento (que  denominó “El Áyax”) a su soberana. Me pregunto cómo sería la  conversación. Isabel (que era, además, la madrina de Harington)  construyó uno en el Palacio de Richmond, aunque no lo usaba demasiado:  al parecer, hacía demasiado ruido, no me preguntes cómo ni por qué.
  El Áyax seguía teniendo un problema, aparte del ruido que  pudiera hacer: salvo que se utilizase una cantidad enorme de agua, o que  ésta estuviera corriendo continuamente, el reflujo de agua contaminada  era casi inevitable, y el olor insoportable. Para poder disponer de  sistemas así en las viviendas, era necesario desarrollar un mecanismo  que hiciera imposible que el olor volviese a salir del “trono”.
  La solución la dio Alexander Cummings, un relojero de Londres, en  1775 con su patente 814: el sifón. El sistema es simple  pero eficaz, y consiste, como probablemente sabes, en una tubería en  forma de S. Cuando el agua pasa por el sifón, la parte inferior  de la S siempre queda con algo de agua, que actúa de cierre  hermético del resto de la tubería (que conecta, tarde o temprano, con la  alcantarilla). De este modo, los gases que pueda haber “al otro lado”  no pueden salir, y es posible instalar todo el invento en la casa.
  De ahí el nombre de inodoro: a partir de Cummings, el olor  dejaría de ser un problema insoluble. Los otros nombres que utilizamos  no tienen que ver con Cummings: excusado es de significado  evidente, ahora que no somos como los romanos y necesitamos intimidad  para realizar según qué actividades. El nombre de váter  proviene del inglés water closet, “armario (o gabinete) del  agua”, referido al hecho de que solía tratarse de una habitación pequeña  en la que estaban no sólo el inodoro sino el baño y el lavabo, todo lo  relacionado con el agua, y no –como piensan algunos– debido a que  “encierra el agua” con el sifón. El nombre del artilugio proviene del de  la habitación en ese aspecto.
Pasarían años hasta que el público en general pudiera disfrutar de los  inodoros: al principio fueron instalados en lugares públicos, como el  Palacio de Cristal de Hyde Park, en Londres. Los londinenses,  impresionados, acudían a utilizar este prodigioso invento al palacio.  Allí, funcionarios vestidos de blanco los recibían y cobraban el penique  que costaba sentarse en uno. De hecho, en Londres se extendió la  expresión “voy a gastar un penique” para referirse a lo que te  estás imaginando.Finalmente, en la década de 1880 Thomas Crapper empezó a fabricar  inodoros baratos y de gran calidad, lo cual hizo que se extendieran por  muchas casas. Su diseño era ya muy parecido al nuestro: una cisterna que  se llena de agua y tiene un tapón; cuando se tira de la cadena o se  acciona la palanca se destapa la cisterna, y el flotador cierra la  entrada de agua cuando la cisterna se ha llenado de nuevo. Curiosamente,  el significado literal de crapper es “cagador”, lo  que ha hecho que mucha gente considere a este inglés como el inventor  del inodoro (mentira), y a otros a pensar que tal persona no existió y  que se trata de una broma (también mentira).
Como habreis podido observar, la historia de este artefacto es larga, incluso hoy en dia se sigue modernizando, llegando incluso a incorporar en ellos la más alta tecnología, o el más alto diseño, para culitos exigentes.

